Un mal uso de
Internet en clase puede derivar en distracciones y dispersión del alumnado que
a veces se dedica a jugar en vez de trabajar.
- La
facilidad de acceso y navegación por los atractivos espacios de Internet,
inclina a desviarse de los objetivos de su búsqueda. Se pierde entonces mucho
tiempo en realizar las tareas y se divaga; para ello el profesor ha de
planificar escrupulosamente las clases: tareas, tiempos, agrupamientos, proceso
de trabajo y de esta forma evitar así la improvisación en el aula.
- También se ha identificado
que no todos los alumnos saben buscar con
criterio en Internet; el exceso de información disponible, su dispersión y
presentación atomizada, falta de método en la búsqueda provocan una sensación
de desbordamiento que bloquee el trabajo intelectual.
- Adicional podemos sumar el hecho de que circulan por Internet informaciones no fiables y de escasa calidad, por ser éstas parciales, superficiales, equivocadas, obsoletas o des-contextualizadas. Por ello es preciso enseñar al alumno a seleccionar con criterio la información y a filtrar las fuentes fiables.
- El exceso de información escrita sobre miles de temas puede desarrollar en el alumno la ley del mínimo esfuerzo, es decir acostumbrados a la inmediatez. Los alumnos se resisten a emplear el tiempo necesario para consolidar los aprendizajes, y confunden el conocimiento con la acumulación de datos.
- En la web se pueden encontrar muchos trabajos que los alumnos simplemente copiar para entregar al profesor como propios. De esta forma se destruye la creatividad y se esfuerzan poco en cultivar la expresión escrita, la articulación del discurso coherente, del que tanto adolecen los alumnos.
· Es cierto
que Internet constituye un medio como jamás haya existido para acceder de
manera instantánea a la información. Ahora bien, no debe confundirse saber e
información. Para que la información se convierta en conocimiento el individuo
debe apropiársela y reconstruir sus conocimientos. Por esta razón lo primero
que debe hacerse explícito es que la incorporación de las nuevas tecnologías en
la educación no ha de eludir la noción de esfuerzo.
La solución en este caso pasa por guiar el trabajo de investigación de manera muy minuciosa o hacer exponer oralmente en clase por los trabajos de investigación realizados. Así al menos se verán obligados a leer y estudiar lo que han recopilado y a defender, hacer suyo, el proyecto presentado.
Pero no todos los malos usos de Internet en el aula deben achacarse al alumnado. En muchas ocasiones la raíz está en el profesorado, que a veces éste no dispone de los conocimientos adecuados sobre los sistemas informáticos y sobre cómo aprovechar los recursos educativos disponibles. Esto aumenta su estrés. Es la llamada "tecnofobia” y debe constar que este miedo no solo afecta a los docentes de mayor edad, sino a los más jóvenes, a los que se supone más flexibles y con mayor contacto con las nuevas tecnologías.
Desde la administración educativa se está realizando un esfuerzo por ofertar cursos de formación en estas materias. El problema está tal vez en el escaso interés por estos aspectos por parte de un profesorado que se siente desbordado por la burocracia, la falta de disciplina y por algunos retos profesionales como la adaptación a las nuevas tecnologías. Lo que si es cierto es que el profesorado ha de ser consciente que su rol está cambiando y que adecuarse a los tiempos es imprescindible para ofrecer respuestas a una enseñanza que no quiere pecar de obsoleta.
La solución en este caso pasa por guiar el trabajo de investigación de manera muy minuciosa o hacer exponer oralmente en clase por los trabajos de investigación realizados. Así al menos se verán obligados a leer y estudiar lo que han recopilado y a defender, hacer suyo, el proyecto presentado.
Pero no todos los malos usos de Internet en el aula deben achacarse al alumnado. En muchas ocasiones la raíz está en el profesorado, que a veces éste no dispone de los conocimientos adecuados sobre los sistemas informáticos y sobre cómo aprovechar los recursos educativos disponibles. Esto aumenta su estrés. Es la llamada "tecnofobia” y debe constar que este miedo no solo afecta a los docentes de mayor edad, sino a los más jóvenes, a los que se supone más flexibles y con mayor contacto con las nuevas tecnologías.
Desde la administración educativa se está realizando un esfuerzo por ofertar cursos de formación en estas materias. El problema está tal vez en el escaso interés por estos aspectos por parte de un profesorado que se siente desbordado por la burocracia, la falta de disciplina y por algunos retos profesionales como la adaptación a las nuevas tecnologías. Lo que si es cierto es que el profesorado ha de ser consciente que su rol está cambiando y que adecuarse a los tiempos es imprescindible para ofrecer respuestas a una enseñanza que no quiere pecar de obsoleta.
Bibliografía.